lunes, 4 de mayo de 2009

Esferas enigmaticas de Costa Rica


Al caer la tarde el viento sopla con más fuerza alejando las lloviznas, la ciudad de San José de Costa Rica se mantiene activa, repleta de gente y vehículos en sus calles y avenidas, es lo que aprecian un grupo de turistas europeos asomados en los bordes de la terraza del Museo Nacional.

Desde el centro del patio principal, la voz del guía interrumpe sus observaciones hacia la urbe josefina al ser llamados para contemplar una gran bola de piedra, una roca redonda tallada a la perfección la cual, al ser observada crea un enigma de su confección y ¿donde encontraron semejante escultura?; son las esferas gigantes de piedra de Costa Rica.
Remontándonos a la decada de los años treinta, en las fincas de platanales de la United Fruit Company de Costa Rica, dentro de la espesa selva del delta del caudaloso río Dequis, zona del pacifico sur, cae la tarde, sopla el viento con fuerza alejando las lloviznas, solamente, que acá, no existen aglomeraciones de gente, sino algunas decenas de  peones tampoco hay calles y avenidas sino algunas brechas entre lotes que se cortan a machete con algunos pantanos plagados de mosquitos.

El arduo y monótono trabajo de los peones en la limpieza del terreno para sembrar los platanales, estaba a punto de cambiar la rutina, no solo del cotidiano trabajo sino hasta la misma historia de la humanidad. Cuando las palas y picos tuvieron que parar su ritmo al chocar con aparentes plataformas rocosas pero al escavar la sorpresa tomo a todos los presentes con el hallazgo de unas inmensas bolas de piedra maciza cuyo origen y fabricación todavía a casi ochenta años de su descubrimiento es uno de los enigmas más relevantes del mundo.

Al término de esa primera limpieza en el lugar se encontraron con diez piedras perfectamente esféricas estratégicamente colocadas en diferentes lugares y de diversos tamaños, con volumenes y  diámetros diversos algunas  medían pocos centímetros mientras que otras alcanzaban hasta los 2,40 metros.

Llegandose a descubrir algunas de ellas de hasta de 16 toneladas de peso,  sobrepasando los 4 metros de circunferencia y con las pruebas de Carbono 14 se concluyó que tienen más de 2000 años de ser confeccionadas antes de Cristo.

Hoy día se desconoce con exactitud la cantidad existente de las esferas gigantes de piedra debido a que, por su peso y características, gran cantidad de ellas se encuentran enterradas dentro de la selva tropical, muchas todavía no han sido descubiertas encuentrandose ocultas entre la vegetación y la tierra selvática.

Entre los pantanos y la vegetación han estado las esferas, dormidas, mucho antes de que Cristobal Colón pisara estas tierras, hasta ahora, se desconoce su verdadero origen, incluso hay científicos que concuerdan en que... a nada se parecen más sino a sí mismas...

Estas esferas perfectamente moldeadas con extraordinaria precisión sin duda alguna por seres pertenecientes a una compleja cultura aún no identificada que desconocía totalmente los utensilios metálicos. 

Tratando de descifrar el enigma de su fabricación, con los metodos más rudimentarios y acordes con la posible epoca de su elaboración se hizo una técnica elemental para esculpirlas, los escultores invitados al experimento cortaron los bloques a escuadra, luego les dieron la forma redonda, limándolas con otras piedras además de utilizar una mezcla de arena y agua.

Existen varias hipótesis sin llegar a una lógica conclusión, todavía no se sabe cuál sería su verdadero uso, quizás sea de un carácter científico o a lo mejor religioso, ¿pudo ser mágico? o tal vez solo decorativo.

Algunos dicen que los aborígenes las utilizaban como simples señales o distintivos de rango social de los caciques precolombinos, incluso hay arqueólogos que afirman que su disposición en la superficie de Costa Rica y su tamaño representan complicados mapas celestes, si esta teoría tuviese validez, estaríamos frente a un basto y profundo conocimiento sobre la esfericidad de los astros y los planetas que nos dejarían perplejos.

El enigma fue creando la necesidad de descubrirlo, fue entonces cuando el estoniano Ivar Zapp, dedicó mucho de su tiempo al estudio de este enigma, fueron muchos los años de investigación y excavaciones fue por una cantidad de cálculos e hipótesis se pudo dar con soluciones a medias.

Zapp buscó posibles ubicaciones de esferas intactas, es decir en lugares que se presume que no  hubieran sido tocadas, trasladadas o desenterradas de su posición original pero fueron muy escasos los casos, sin duda su gran inquietud era hallar algún yacimiento inexplorado para ver si estas guardaban alguna relación de geometría o de disposición sobre el terreno que pudiera dar salida al enigma de las esferas.

Lamentablemente su búsqueda fue en vano más bien tuvo que acudir a la poca información encontrada en las bibliotecas sobre el tema de las esferas, algunos escritos antiguos narraban las investigaciones hechas por otros aficionados al enigma, que por suerte habían encontrado asentamientos intactos de esferas, todas ellas en diferentes niveles de profundidad, la composición y distribución de las esferas en estos terrenos servían de base de datos para su ubicación y orientación siendo tan precisos que despertaron el animo en la investigación levada por Zapp, es por ello que con la ayuda de esos predecesores suyos, empezó a concretar su teoría.

Zapp comenzó por tomar medidas entre dos de las esferas de piedra gigantes de uno de los yacimientos localizados en uno de los escritos, comenzó por trazar unas posibles líneas de orientación que pudieran ser el producto de la disposición de ambas sobre el terreno.

De tantas pruebas comprobó que una de las líneas, la más lógica, partía desde el punto convergente de las dos esferas y recorría un trayecto que pasaba por las islas del Coco en Costa Rica, las Galápagos en Ecuador, la de Pascua en Chile y por último las Polinesias, con una precisión prácticamente exacta, con otra alineación de esferas encontró otra posible ruta la cual su trazo involucraba a Grecia y el Asia Menor por un lado y a Tahití por el otro.

Con el tiempo, Zapp se enteraría que los primitivos navegantes polinesios utilizaban unas piedras tipo lajas que orientaban y alineaban según la posición de alguna estrella o constelación con la finalidad de orientarse en sus viajes por mar hacia tierras lejanas, cuando estos astros se alineaban con las piedras, ellos partían de viaje, siguiendo estrictamente su posición con respecto a ellas.

Hoy día, el enigma continua sin resolverse, las teorías de Zapp no se han demostrado de forma total pero el legado de sus investigaciones no deja duda alguna que hace más de 4.000 años una civilización nos hubiera instruido en navegación y astronomía.

Aunque hoy el gobierno costarricense procura el rescate de las mismas todavía muchas de ellas  solo sirven de adorno en las entradas de edificios públicos, grandes fincas, o como objeto de investigación en diversos museos y universidades del mundo.

Artículo: Eduardo Medina Guevara