El Papa
Benedicto XVI visitará la próxima semana Cuba. Indudablemente será un evento
mundial apoteósico para muchos devotos de la fe católica, tanto dentro de la
propia isla como fuera de ella. Y, por supuesto, de mucha importancia para el
mundo en general.
Los preceptos
humanistas pregonados por Jesucristo y su Iglesia, recogidos por los evangelios,
han trascendido el tiempo tiñendo con su verdad el mismo proceso socialista
inaugurado en Cuba a raíz del triunfo revolucionario de 1959 encabezado por el
Movimiento 26 de Julio y su carismático líder, Dr. Fidel Castro Ruz. Los mismos
que volverán a ser titulares de los principales medios a escala planetaria como
recordatorio de la urgencia de volver a ellos para enfrentar la violencia, el
egoísmo y la injusticia que el capitalismo, en su fase final, ha impuesto a
todas las naciones.
Al contrario de
los que muchos desearían y otros opinan mezquinamente, en Cuba, en vez de ser una afrenta a su hermoso y fecundo pueblo,
la visita papal reafirmará, una vez más, cuan trascendental ha sido la
Revolución para acelerar el advenimiento del “reino de Dios” a la tierra,
constatando cada día que transcurre que, a pesar de los innumerables errores y traspiés,
ésta ha sido la vía más expedita que el pueblo no creyente y creyente, no
cristiano y cristiano, católico y de otras denominaciones, ha encontrado para
hacer plausible su opción por los pobres y la construcción cristiana y
guevarista de “sus mujeres y hombres nuevos”.
El gobierno revolucionario,
respetuoso de las creencias del pueblo cubano desde su inicio como precepto
fundamental, sin embargo, en consonancia con las directrices emanadas de sus
estructuras de decisión popular de base como son los Comités de Defensa de la
Revolución, ha tenido que frenar las animosidades conspirativas que en muchas
ocasiones han optado por el terrorismo por parte de grupos
contrarrevolucionarios de mercenarios locales y fuera de su territorio, formados
tanto por ciudadanos cubanos como
extranjeros. Incluso, algunos de esos grupos, utilizando como escudo la
religión, han querido engañar a algunos dentro de Cuba pero más a la comunidad
internacional para desprestigiar el proceso revolucionario popular y con ello,
instigar una invasión armada a la Isla por parte de Estados Unidos, quien desde
que se declarara el carácter socialista de la revolución no ha dejado de
fustigar al pueblo cubano siendo el más terrible de sus ataques el ominoso
bloqueo que mantiene sobre la nación cubana impidiendo a los ciudadanos
estadounidenses y de terceros países, comerciar con el archipiélago, lo cual ha
creado innumerables carencias a sus habitantes.
Bloqueo que es
la esencia egoísta y prepotente del Imperialismo el cual, incluso, el Vaticano
ha cuestionado seriamente y que la gran mayoría de países civilizados en
votación directa han condenado en el seno de las Naciones Unidas.
Conscientes de
que la razón y la humanidad se impondrán por sobre la codicia y la perfidia en
consonancia con el avance de la vida y los derechos humanos a pesar de los
fastuosos y guerreristas poderes que hoy gobiernan el mundo, esperamos que la
visita del Papa Benedicto XVI a nuestros hermanos cubanos, sea una luz de
esperanza que alumbre un nuevo camino de hermandad y solidaridad entre los
pueblos.
Esa luz que
permita introducir la justicia y el respeto hacia los que piensan y construyen por
diferentes caminos una sociedad más
humana que vuelva por el prójimo. Especialmente por el más débil. Principio
que, por haber quedado aplastado bajo el espíritu de este siglo preñado de
individualismo y consumismo, propio de la tergiversación de los mismos clásicos
del liberalismo y la violación flagrante de los mandatos cristianos que han
propalado los ideólogos del capitalismo, han dado como resultado miseria,
muerte, guerra y aniquilamiento por parte de los que detentan el poder de las
armas hacia una gran parte de los habitantes de la tierra.
En ese
entendido, las palabras que no dudamos, dirigirá el Papa Benedicto XVI desde la
tribuna caribeña hablarán de armonía y paz al mundo. Y, en ese marco,
precisarán de “levantar” ese bloqueo criminal que se ciñe sobre Cuba un poco
más allá de 50 años y de la liberación de los Cinco Prisioneros cubanos que son
mantenidos en cautiverio en las cárceles norteamericanas por el único delito de
informar al gobierno de los Estados Unidos acerca de las actividades
terroristas y violentas que grupos contrarrevolucionarios mantenían y aún
mantienen en territorio yanqui contra la Isla.
América, que
posee una gran población cristiana y católica, espera con fe y alegría la
llegada del enviado de Dios y nosotros, desde la óptica histórica, sabemos que
este magno acontecimiento tendrá consecuencias muy positivas en nuestros
pueblos sincréticos que verán en ella, una señal inequívoca del mandato bíblico
por construir una sociedad más fraterna, más equitativa, más justa y más
solidaria, donde los frutos del trabajo sean para el que trabaja y donde los
más débiles de la sociedad –los niños, los ancianos, los enfermos- sean motivo
de compasión, defensa y ayuda y no de marginación y abandono.
Un signo
incuestionable de que hay que construir el reino de Dios entre todos, con todos
y para todos oponiéndose frontalmente al sistema caduco del capitalismo que
sigue sumando riquezas inverosímiles a unos pocos que en su afán de acumular se
han deshumanizado mientras las criaturas todas en el planeta son atormentadas
por la guerra, el racismo, la explotación y languidecen en la carestía de lo
mínimo y lo esencial para perpetuar la vida y desarrollarse como ciudadanos
plenos del mundo o en la tranquilidad de su hábitat.
¡Viva Cuba!
¡Vivan los Cinco héroes prisioneros en las cárceles del Imperio! ¡Viva Cristo!
Artículo: Colectivo de Acción y Reflexión
Política La Gotera
Guatemala, marzo 21 de 2012