Una vez más tuve el honor de asistir al Cementerio General,
hoy 2 de Octubre para recordar el asesinato de estado se que cometió hace 152
años, contra el Presidente Juan Rafael Mora Porras, El general José María Cañas
y muchas otras personas, también costarricenses que lo apoyaron.
Mora fue tres veces presidente constitucional, y héroe de la
patria al culminar la derrota del filibustero William Walker y liberar a
Nicaragua.
Partió al exilio: El Salvador, pero nunca dejo de ser y
sentirse el Presidente de Costa Rica.
En el golpe de estado al Presidente Mora participaron
Lorenzo Salazar Alvarado, artífice del golpe de Estado -junto con el mayor
Máximo Blanco Rodríguez-, militares de su confianza y destacados combatientes
en la Campaña Nacional.
Muy pronto tuvimos nuevo presidente: José María Montealegre,
cuñado de don Juanito y también golpista. Fue el coronel Lorenzo Vicente
Aguilar, Ministro de Guerra y Marina quien dio la orden del asesinato. Detrás
de todos, la oligarquía costarricense.
Me contaron, no sé si es completamente cierto, que el
General Tomás Guardia una vez en el poder les dio a escoger a los tres hermanos
Montealegre, incluyendo al ex golpista y luego presidente que: o se exilaban o
se fusilaban. Dos partieron a USA y otro a Inglaterra. No regresaron. Se
trajeron en los años 70s los restos del ex presidente Montealegre a Costa Rica.
Hoy la tumba de D. Juanito estaba hermosa. Se dejo allí una
corona del parte del hermano pueblo de El Salvador, en representación de su
embajador en Costa Rica. Igual se hizo en la del General Cañas, amén de una
rosa roja, parecida a la que el General Cañas le envió a su esposa como señal
de su amor y fidelidad antes de morir.
La tumba de Vicente Aguilar, el asesino, a unos pocos metros
de la de Don Juanito, lucía abandonada, lúgubre, y atacada por el tiempo.
A los golpistas y asesinos, la patria los castiga con el
olvido.
A nuestra historia, a nuestros héroes, a nuestro ser
costarricense, profundamente republicano, el estado los castiga con la mala
educación sobre la historia de Costa Rica que reciben nuestros niños y
adolescentes y la falta de fervor patrio.
¡Que pena!
¿Cuántos costarricenses conocen esta parte de la historia de
Costa Rica?
Es Mora un ejemplo de honestidad a seguir, tangible, nuestro
y muy real y muy presente.
No Batman, no el Capitán Maravilla, no Superman, ni
Gatúbela, ni Thor.
Es indignante que ese cementerio hoy no estuviera abarrotado
de estudiantes, profesores, funcionarios públicos y pueblo en general,
celebrando a unos valientes costarricenses de dos siglos atrás, sí claro, de
dos siglos atrás, pero tan necesarios y vigentes como el sol de cada día.
Les pregunto a mis estudiantes de maestría, quienes son Mora
y Cañas y no saben.
Les pregunto cuántos se saben el himno del 15 de setiembre y
no lo recuerdan; tampoco la Patriótica Costarricense.
Mucho, mucho menos el himno a la Bandera letra de Porfirio
Brenes Castro y música de José Joaquín Vargas Calvo, sí, sí como el liceo en
San Pedro, allí por la U de Costa Rica, ese mismo señor y himno que nadie lo
escuchó jamás!!!
Lo canté decenas y decenas de veces en la escuela Metodista;
al piano mi profesor de música Don Wilson Sanabria, y en la mano: “Lo Que se
Canta en Costa Rica”
Pregunte a mis alumnos: Conocen el librito de “Lo Que se
Canta en Costa Rica”
¡El silencio fue ensordecedor!
Hoy a la salida del cementerio mientras caminaba a la par de
una bisnieta del General Cañas, recordé claramente, como, cuando niña ese himno
a la Bandera que habla de:
“La banda bucanera, cayó a tu sombra herida y heroica y
bendecida, salvaste el patrio honor”
Y sigue luego, cantándolo muy bajito y suavemente:
“Como ala protectora en toda Costa Rica, tu emblema
dignifica, el santo patrio honor”
Y ahora con fuerza y mucho volumen:
“La tumba de los Moras y Cañas tú proteges, y en nuestro
pecho tejes escudo al corazón.
¡Necesitamos hoy un escudo al corazón!
Que nos proteja de los nuevos filibusteros y vende patrias
nacionales, de la corrupción, de los banqueros con dientes de Drácula, de las
transnacionales capaces de vender a la madre y pedir vuelto, de los académicos
indiferentes, de los políticos sordos y oportunistas, de los políticos cuyos
egos son tan grandes que solo se comparan con su intrínseca necesidad de
ostentar poder.
¡Mora y Cañas, que falta hacen!!!
Ariculo: Lisbeth Quesada Tristán
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