Ni siquiera ha concluido la Cumbre de
Río + 20, cuando ya la ultraderecha continental, quien no ha cejado de
complotar contra los gobiernos progresistas del sur del continente americano,
ya habían maquinado su último zarpazo. Ahora le tocó el turno al de Fernando
Lugo en Paraguay que en el marco de la masacre de Caraguatí quiere ser destituido
por “negligencia”, según los diputados del Partido Colorado y el Partido
Liberal Radical Auténtico, disque sus aliados en su triunfo electoral. Una evidencia
más que la derecha no tiene amigos sino intereses y, que estos, no van en la
misma dirección que los populares que Lugo apoya vehementemente.
Los argumentos no son de peso pero sí
políticamente insuflables en medio de un clima de descontento tanto dentro de
las fuerzas policiales como entre los sectores campesinos por la muerte de
miembros de uno y otro lado en la masacre de la mencionada región. Masacre que
precisamente, el presidente, para su investigación exhaustiva nombró una
comisión especializada, la cual no ha concluido en su mandato y pareciera que
por el giro que ha tomado en sus investigaciones, era necesario para los
verdaderos culpables intelectuales, provocar este juicio político con el
objetivo de desviar la atención sobre ella y desembarazarse, de una vez por
todas, de un presidente que ha decidido llegar al fondo del asunto en esta
masacre donde policías y campesinos son los chivos expiatorios.
No obstante la maniobra politiquera de
los diputados que, vendidos al capital transnacional, pretenden defenestrar al
presidente constitucional y legítimo de los paraguayos, en esta ocasión no tendrán
futuro los golpistas pues la población no se quedará de brazos cruzados
mientras el presidente que eligieron es depuesto bajo acusaciones infundadas.
Además, la presencia de los cancilleres de UNASUR, promete demostrar de nuevo
que el foro regional tiene la fuerza suficiente para conjurar cualquier
maniobra de esta naturaleza.
Obviamente, la mano de Washington está
de nuevo inmersa en esta jugarreta, solo que ahora tomando distancia y no tan
descaradamente como cuando con Honduras. Los escenarios son distintos pues
mientras el país centroamericano apenas había tenido tibios acercamientos con
los países progresistas del sur, de ahí su quiebra constitucional, Paraguay es
miembro pleno de la institución regional. Además, los mecanismos diplomáticos y
políticos están mejor afinados hoy que ayer.
La misma OEA deberá definirse por apoyar
decididamente la institucionalidad de Paraguay so pena de perder su razón de
ser y desaparecer.
Así pues, confiando en estas estructuras
integracionistas, en la movilización del pueblo paraguayo y de los del
continente para defender la democracia que tanta sangre ha costado y en la
vocación patriótica de los políticos serios e incorruptibles, y sus fuerzas
armadas, Paraguay volverá a la senda de la justicia, la libertad y la
soberanía.
Esta maniobra servirá más para
desenmascarar de una vez por todas a los golpistas y para que el pueblo los
tenga ubicados y por tanto, supervisados y constreñidos.
A pronunciarse pues, a favor de la
democracia y la paz en Paraguay. Hacerlo es hacerlo por Nuestra América.
Artículo: Colectivo La Gotera
Fuente: CBSCR
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