A los 33 años un cáncer segaba la vida de la joven artista
que conquistó el corazón de Juan Domingo Perón y el de todo un país. María Eva
Duarte, Jefa Espiritual de la Nación, fue pionera en dotar de contenido el rol
de primera dama y logró convertirse en la mujer más querida del pueblo
argentino.
El 15 de enero de 1944 un terremoto asoló la ciudad
argentina de San Juan. Las víctimas se contaron a millares. El titular de la
Secretaría de Trabajo y Previsión del gobierno militar de Edelmiro Farrell, el
joven y ambicioso político Juan Domingo Perón, organizó una semana después en
el Luna Park, un gran festival en pro de los damnificados. En él actuaban los
artistas más populares del momento, y Evita se hallaba entre ellos. Ese 22 de
enero Evita y Perón se conocen. La joven artista tenía solo 24 años, él era un
codiciado viudo que, a sus 49, casi le doblaba la edad, pero el flechazo fue
fulminante. Solo seis meses después, el 9 de julio, la pareja formaliza su
relación: Evita y Domingo se van a vivir juntos.
La artista continúa desarrollando su carrera en programas de
radio y como actriz, rodando dos películas en ese periodo. Pero sus dotes
políticas iban despuntando, y ese mismo año es elegida presidenta del sindicato
de trabajadores radiofónicos, la Asociación Radial Argentina.
El 8 de octubre de 1945 la carrera de Perón queda en peligro
por un golpe de Estado. Con el general Eduardo Ávalos al frente, Perón se ve
obligado a renunciar. El día 13 es detenido, pero dos días después los
sindicatos y la CGT exigen su libertad, desencadenando una histórica
manifestación el 17 de octubre de 1945.
Perón es puesto en libertad y, recuperadas las posiciones
del gobierno que contaba con la alianza militar-sindical, se abre el camino de
Perón, que empieza a postularse como candidato presidencial.
Domingo y Evita contraen matrimonio según el rito católico
una semana después, el 24 de octubre.
La campaña electoral de las presidenciales se inicia el 24
de febrero siguiente. Esa fecha podría considerarse la del despegue oficial de
Evita como primera dama. Como buena profesional de los medios empieza a ocupar
junto a él un destacado puesto ante la opinión pública.
Tras la elección de Perón como presidente de Argentina en
1946, Evita desempeña un rol hasta entonces desconocido como primera dama, no
se limita a ser la mera cónyuge, el reposo del guerrero. Inicia una incansable
participación en las distintas secretarías del gobierno, atendiendo a las
delegaciones obreras, las trabajadoras, los niños y los ancianos. Emprende una
obra social de gran envergadura, que culminaría en 1948 al impulsar la creación
de la Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. Desde ella inauguró
Hogares de Tránsito y comedores escolares, trabajó en barrios de viviendas
económicas, donó instrumental a hospitales y auxilió a familias necesitadas,
además de fomentar la atención a los niños, por quienes sentía una especial
predilección. Su sensibilidad e identificación con el pueblo eran infinitas.
En 1947 Evita abre las puertas de Argentina a Europa:
invitada oficialmente por el Gobierno Español, inicia una gira que la lleva por
nuestro país, Italia, Francia, Suiza, Portugal, Mónaco, Brasil y Uruguay.
Embajadora de Argentina y…feminista. Obsesionada por
conseguir el sufragio para las mujeres, logra su promulgación en septiembre de
1947.
Pero…¿quién era la joven que consiguió conquistar a toda una
nación?
María Eva Duarte provenía de una familia de origen humilde,
hija ilegítima de Juan Duarte que, manteniendo a otra familia legítima en
paralelo, jamás la reconoció. Esto la marcaría de por vida. Tras el
fallecimiento de su padre, su madre, que había tenido junto a él cuatro hijos
más, quedó desamparada. Eva, la benjamina, no tenía más que siete años. La
familia logra sobrevivir con estrecheces gracias a los esfuerzos de la madre,
que sale adelante trabajando como costurera.
La joven Evita destacaba tanto por su belleza (sus rasgos y
el tono de su piel le ganarían el sobrenombre de Negrita), como por su talento
para la declamación dramática. Si bien no sobresalió como estudiante, poseía
una especial sensibilidad artística. En 1935, Eva toma una decisión vital.
Movida por su sueño de ser actriz, decide trasladarse a Buenos Aires. En la capital
se incorpora a la Compañía Argentina de comedias. La suerte estaba echada.
En el cénit de su labor como primera dama, el 9 de enero de
1950 aparecen los primeros signos de su enfermedad: Evita padece cáncer de
útero. Durante el acto inaugural del sindicato de taxistas se desmaya. El año
siguiente, cuando Perón decide optar a su reelección, la Confederación General
de los Trabajadores (CGT) exige la presencia de Evita junto al candidato, pero
ella renuncia el 31 de agosto. El 1º de mayo aparece públicamente por
antepenúltima vez con motivo del Día del Trabajador y, tras uno de sus
apasionados discursos, desfallece. El 7 de mayo, día de su 33º cumpleaños,
recibe el título de Jefa Espiritual de la Nación.
El 4 de junio Perón revalida su cargo como presidente y su
sacrificada primera dama acude a la toma de posesión. 22 días después fallece.
Argentina se paraliza. Toda una nación queda desolada tras el fallecimiento de
su “Santa Evita”. Nadie como ella supo luchar por su pueblo. ‘La abanderada de
los necesitados y humildes’ dejaba tras de sí millares de desconsolados que
pugnaban por darle su último adiós, nutriendo interminable colas.
Sus restos mortales, considerados un botín político,
tardaron 24 años en descansar en su última morada. Pero esa es otra historia….
Fuente: La Vanguardia
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