sábado, 22 de junio de 2013

Costa Rica: El extraño caso de René Castro y su Hada Laurina



Definitivamente don René Castro tiene algún encanto escondido, porque es el único ministro de este gobierno al que ni echan ni se va. ¿Cuál será su secreto?

Porque es increíble que habiendo renunciado la mayor parte del gabinete de doña Laura Chinchilla por errores de bulto, el ministro de marras, con toda su colección de horrores a cuestas, aún se mantenga en su puesto sin que se le despeine un solo pelo del bigote.

De ahí que las versiones que actualmente pululan para tratar de esclarecer el misterio sean tan variadas como curiosas. Para unos sencillamente él es un fresco; para otros, el más galán del gabinete y por lo tanto todo se le perdona; para los más “rajados”, un supuesto bon vivant “tetadependiente” del Estado, o sea, un burócrata de tomo y lomo; para no pocos, creerse la última chupada de mango, y para el resto, su posible relación especial de amistad con alguien muy influyente en el poder.

Tras su primera atrocidad ante el torpe manejo del dragado del San Juan y la consiguiente invasión nica a Calero, la presidenta Chinchilla le tendió al entonces canciller Castro un puente de plata para que mejor asumiera como ministro de Ambiente y Energía de modo que siguiera formando parte de la farándula gubernamental.

No bien había calentado la silla del nuevo ministerio, se le cuestionó por el imprudente y descuidado manejo del escenario ecológico durante la apertura de la trocha fronteriza donde fue evidente la devastación de buena parte de nuestra riqueza y belleza ambientales de la región.

Sin embargo, pese a las quejas, protestas e indignación del santo pueblo contra la nueva barbaridad, el ministro salió otra vez airoso y tan campante como Johnny Walker gracias a esa gracia escondida que debe tener y que lo salva siempre de ser enviado al destierro público a purgar sus penas.

Ni hablemos de su histórico apoyo, también como ministro de Ambiente y Energía, a los proyectos de minería abierta que agreden de manera flagrante nuestra sacrosanta naturaleza y equilibrio ambiental en beneficio de compañías extranjeras y de quién sabe qué otras rémoras del bien público.

Por si fuera poco, ante su evidente apoyo desde el principio a una refinería china severamente cuestionada por el tremendo daño ético, moral y económico que le inflige a Costa Rica también en beneficio de unos cuantos, y que la Contraloría General de la República se trajo abajo el jueves pasado tras corroborar sus implicaciones, lejos de renunciar, como sí lo hizo el presidente de Recope, el señor Castro volvió a sentarse en la galleta y dijo que él no lo haría.

En esta ocasión alega otra vez estar limpio de pecado porque como el proyecto se presentó desde antes de asumir el ministerio, a él no lo alcanzan los cuestionamientos del ente contralor, aunque bien sabemos todos que las fallas y sospechas que recaían en la contratación y trámite de la refinería, al menos las básicas, eran del dominio público.

Ante tal grado de incompetencia para ejercer el ministerio y ante su recurrente burla a todos, uno podría esperar de parte de don René una actitud si no objetiva al menos consecuente, cortés y respetuosa hacia la presidenta Chinchilla que le confió el cargo, o en última instancia hacia el país que sufre las consecuencias de su lamentable gestión.

Por eso, en este momento todos estamos a la expectativa de lo que decida esta vez su Hada Laurina. ¿Lo echará por fin para que, como sería lo justo, pague con su cabeza tanta ligereza y se una al club de los ex de este gobierno, élite presidencial incluida?

Ya desde hace tiempo la opinión pública le hizo la cruz a este señor a través de los sondeos, las redes sociales y el escrutinio público todo. Ahora solo falta que doña Laura haga lo propio y en vez de tenderle otro puente de plata, le atraviese la platina y se acabe el asunto.

Don René ¿por qué no te vas?


Artículo: Edgar Espinoza
Fuente: crhoy.com

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