"En México, el control perfeccionado de la
protesta"
Pese a la oligarquía, ha estado a la vanguardia en los
procesos de cambio, dice el filósofo
Varios gobiernos y sociedades de países de América Latina,
como Venezuela y Ecuador, pero sobre todo Bolivia, comienzan a darle
importancia a la problemática ecológica y al llamado "ecosocialismo",
el cual se tornará en "una de las cuestiones centrales para cualquier
movimiento antisistémico en el siglo XXI", dice en entrevista el sociólogo
y filósofo franco-brasileño Michael Löwy.
Advierte que el capitalismo, en su etapa de neoliberalismo,
"nos está llevando con una rapidez terrible a una catástrofe ecológica sin
precedente en la historia de la humanidad: el calentamiento global y el cambio
climático. Enfrentarse a eso es enfrentarse al capitalismo. Por ello, esa
problemática ha permitido el surgimiento del ecosocialismo, ya que un
socialismo ecológico es la alternativa a la destrucción capitalista del medio
ambiente".
Recibirá la Medalla al Mérito de la Universidad Veracruzana
Löwy (Brasil, 1938) recibirá el lunes la Medalla al Mérito
de la Universidad Veracruzana, en una ceremonia en la sede de esa casa de
estudios, en Jalapa. La distinción también será entregada a Carlos Prieto,
Pablo Rudomín y Emilio Gidi. Este domingo, el filósofo franco-brasileño
presentará su obra Sociología y religión, aproximaciones intempestivas, editado
por la Universidad Veracruzana, en la Feria Internacional del Libro
Universitario.
Investigador emérito y director del Centro Nacional de
Investigaciones Científicas de París, Löwy se siente muy distinguido con el
premio y dice que es una ocasión para conocer Veracruz. “Lo único que conozco
de ese estado es el western Veracruz (1954, con Gary Cooper, Burt Lancaster,
Denise Darcel y Sarita Montiel), de Robert Albricht, opera prima bastante
radical por la que éste sufrió persecución durante el macartismo”.
Reacio al principio a hablar sobre la situación en México,
lanza en un primer momento: “Como decía Lampedusa en El gatopardo: ‘se ha
cambiado todo para que todo siga como siempre’”. Y un rato después, más como
una esperanza que como un análisis del presente:
“En la historia del siglo XX México ha estado muchas veces
en la vanguardia de los procesos revolucionarios en América Latina y el mundo,
la Revolución Mexicana fue la primera del siglo XX. El gobierno de Cárdenas fue
el más progresista de América Latina en los años 30; el levantamiento zapatista
en los 90 fue la primera señal de una ola de lucha antineoliberal después de la
caída del Muro de Berlín, del supuesto fin de la historia. En muchos momentos
de la historia del siglo XX México ha estado a la vanguardia. La esperanza nuestra,
como latinoamericanos y anticapitalistas, es que eso va a pasar también alguna
vez en el futuro.
"En México hay potencial de protesta; un deseo de
cambio, pero hasta ahora la oligarquía ha logrado mantenerse, utilizando un
sistema de control de los movimientos sociales que tiene casi un siglo; es el
más perfeccionado."
De lo que sí habla de manera amplia es de América Latina,
donde se “ha logrado cambiar un poco las estructuras de poder; han sido echados
los gobiernos identificados con el neoliberalismo –aunque no en todos los
países, como México y Colombia–, a veces por verdaderas insurrecciones
populares, como en Argentina y Bolivia, y otras veces por las dirigencias. Sin
indignación, la gente no va a cambiar nada. Es la primera condición. Como dice mi
amigo y compañero recién fallecido Daniel Bensaïd: la gente se indigna, se
levanta y se pone a caminar”.
–¿Qué representan hoy y por qué son una constante los
actuales movimientos sociales en el mundo?
–Hay un vector común de lo que hemos visto en Europa, Medio
Oriente, Estados Unidos o América Latina: la indignación, o como dicen los
zapatistas, "la digna rabia". Hay un sentimiento muy poderoso en la
gente, la juventud, los trabajadores, los desempleados, las mujeres y los
indígenas, de injusticia social, de opresión, de tiranía no personal –aunque a
veces sí– de las estructuras sociales, económicas y políticas. Y esa
indignación es el inicio de todo, después pueden venir demandas,
reivindicaciones, programas, quizá partidos.
–Llama la atención que estos procesos de cambio en AL, sobre
todo si se toma en cuenta la época de las dictaduras, son mediante elecciones.
¿Cuál es la reflexión?
–Después que cayeron las dictaduras, de una forma o de otra
se abrió un espacio democrático. Y como decía el mismo Che Guevara, ahí donde
hay un mínimo de democracia, no está planteada la lucha armada, hay que
utilizar los instrumentos democráticos. Entonces, la izquierda en general, con
algunas excepciones –como los casos colombiano y mexicano, que son un poco
especiales–, optó por la vía electoral, y con resultados positivos.
“Claro, esa vía electoral fue precedida en la mayor parte de
los países por verdaderos levantamientos populares, como el caracazo en
Venezuela, en Buenos Aires en 2001 –donde se cercó la Casa Rosada y el
presidente tuvo que huir en helicóptero–, en Bolivia. Las elecciones fueron
precedidas de verdaderas seminsurrecciones populares. Algo parecido pasó en
Oaxaca, pero no es exactamente lo mismo.
“Los cambios se dieron por la vía electoral, con gobiernos de
centro-izquierda en la mayoría de los países, formas de lo que llamaría el
‘social liberalismo’, una variante más social, más progresista, de las mismas
políticas neoliberales: Brasil, Uruguay, Chile hace unos años.
“Y el otro ejemplo son los gobiernos más radicales,
antioligárquicos, antimperialistas, planteando por lo menos como horizonte
histórico el socialismo del siglo XXI: Venezuela, con la revolución
bolivariana; Bolivia, con el socialismo de Evo Morales, y Ecuador, con Rafael
Correa y la revolución ciudadana. Están muy lejos del socialismo, pero por lo
menos se plantean esa perspectiva. Tienen sus propios límites, contradicciones,
problemas, pero hasta ahora son lo más avanzado que hay en América Latina.
"Ahora, los movimientos sociales siguen teniendo un
papel importante en nuestros países, a veces enfrentándose con el gobierno,
presionándolo, criticándolo; tal vez en cierto momento apoyándolo en contra de
las ofensivas de la derecha. Lo importante es que los movimientos sociales
sigan teniendo autonomía. Si se someten a la política de los gobiernos, aunque
éstos sean de izquierda, es muy negativo."
Para Löwy, Ecuador, Bolivia y Venezuela constituyen lo más
avanzado como experiencia social, económica y política. “Son un poco un ejemplo
que permite a la gente de izquierda criticar a los gobiernos de Brasil, Uruguay
y Argentina, diciéndoles: ‘Miren, es posible utilizar la renta del petróleo
para mejorar la condición de los pobres, expropiar las riquezas naturales,
echar fuera las bases militares yanquis, etcétera.’ Es un ejemplo positivo,
pero con sus limitaciones”.
Acerca del ecosocialismo, comenta: “Evo Morales ha jugado un
papel positivo en eso. Fue el único mandatario que en la Conferencia de
Copenhague en 2009 se solidarizó con la protesta de los movimientos sociales,
en una gran manifestación de 100 mil personas; yo estuve ahí, con la consigna
‘Cambiemos el sistema, no el clima.’ Y Evo salió diciendo: ‘Estoy con ustedes’.
Y después se convocó en Bolivia a una conferencia internacional de los pueblos
contra el capitalismo y el cambio climático, en defensa de la madre tierra, con
30 mil delegados”.
También menciona a Venezuela y Ecuador y dice que, aunque
con ciertas contradicciones por una realidad marcada por problemas de
contaminación, ya comienzan a ubicarse en los planteamientos del ecosocialismo.
–¿Qué riesgo implica para Venezuela no contar con la figura
de Hugo Chávez?
–Chávez era la gran fuerza y la gran debilidad de la
revolución bolivariana. La gran fuerza, porque él con su carisma, con su
radicalidad, fue el impulsor de todo ese proceso. Y la debilidad porque todo
dependía de él, pues el creó el partido, el sindicato fue una decisión de
arriba, todo impulsado desde el gabinete de Chávez, y todo basado en su carisma
personal. Entonces, cuando desaparece Chávez se debilita el movimiento, y eso
es muy negativo, contrariamente a otros países donde hay una estructura social
y política autónoma y después tiene su expresión política.
"Por ejemplo, el proceso en Bolivia no depende tanto de
la persona de Evo, aunque también es una figura carismática. El reto en
Venezuela es dar continuidad al proceso para que avance, porque las
revoluciones que no avanzan, regresan, eso es una ley de la historia."
Artículo: Arturo Jiménez y Emir Olivares
Fuente: Periódico La Jornada
http://www.jornada.unam.mx
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