domingo, 11 de marzo de 2012

Panamá: minería, los bosques y los derechos de los pueblos indígenas



El istmo de Panamá se extiende en América Central, una de las regiones de mayor diversidad natural y cultural en el mundo. Diferentes ecosistemas forestales constituyen un componente esencial de esa riqueza. Varias naciones indígenas han encontrado en los bosques de su hogar y fuente de sustento. En Darién, San Blas y Panamá Oriente viven los Emberá-Wounaan y el pueblo indígena Kuna, mientras que el Teribe ocupan la zona de Bocas del Toro, en la frontera con Costa Rica, junto con los Ngobe-Bugle, que también habitan en parte de la provincias de Veraguas y Chiriquí Oriente. Según el Censo Nacional de 1990, la población indígena de Panamá está compuesta por 180.700 personas, lo que representa un 7,8% de la población total del país.

De acuerdo con los registros existentes, desde 1850 la superficie forestal se ha ido reduciendo a un ritmo elevado. Que los bosques al año se estima que para cubrir el 91% de la superficie del país, incluso después de haber sufrido un severo proceso de deforestación causada por la colonización española, que comenzó en el siglo 16. Durante el siglo 20 la caída fue notable. Por ejemplo, entre 1950 y 1960 la cubierta forestal se redujo de 68% a 58%. Según estimaciones oficiales, en 1992 la superficie forestal se redujo a 3,358,304 hectáreas, que representan el 44% de la superficie del país. Hoy en día la tasa de deforestación ha sido estimada en 75.000 hectáreas por año.

Aunque en la actualidad Panamá tiene el segundo porcentaje más grande de los bosques primarios en América Central, y el mayor porcentaje de áreas protegidas (un tercio de la superficie total de bosques) en la región, todos los bosques de Panamá frontera restantes están amenazadas, y con ellos los ricos patrimonio natural que poseen y los territorios y medios de subsistencia de los pueblos originarios. El madereo industrial, la construcción de carreteras, la producción de cacao, y la minería han sido identificados como las principales causas de la deforestación y la degradación de los bosques. La construcción del Canal de Panamá y la proyectada carretera panamericana a través de la región del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, son claros ejemplos de megaproyectos que ya han destruido o se espera a tener serios impactos en los bosques.

Como también ha ocurrido en la vecina Costa Rica (ver Boletín del WRM 6) y Nicaragua (ver Boletín del WRM 24), la minería está dando lugar a efectos catastróficos en varias zonas del país, generando al mismo tiempo, los conflictos con las comunidades indígenas que viven allí. En 1994, el 25% de la superficie del país estaba cubierto por las concesiones mineras o las aplicaciones y en la actualidad más de la mitad del territorio nacional está abierto a solicitudes de concesiones mineras. Muchos sitios mineros se encuentran en los bosques y el 70% de las concesiones se han otorgado en los territorios indígenas de San Blas, Bocas del Toro, Veraguas y Chiriquí. La Dirección de Recursos Naturales de Panamá ha informado de que el 70% de los aproximadamente 20.000 km2 del territorio nacional considera que tienen potencial minero se encuentra en tierras reclamadas por grupos indígenas. El gobierno ya ha aprobado una amplia cobre y las concesiones mineras de oro dentro de los Ngobe-Bugle y los territorios kunas. En el caso de Kuna Yala, la concesión otorgada a la empresa canadiense Western Keltic Mines Inc. se extienden sobre más del 50% del territorio Kuna. Al mismo tiempo, otras empresas canadienses-como Panacobre, una subsidiaria de Tio Mine Resources Inc, Adrian Resource, Innet Mining Corp. - se han otorgado importantes concesiones en el territorio de los Ngöbe Buglé.

Varios casos en Panamá se puede mencionar que muestra las consecuencias destructivas de desarrollo de la minería industrial en los bosques y las personas que viven en ellos. Por ejemplo, el Proyecto de Cerro Petaquilla en la Provincia de Colón implicará la pérdida de al menos 2.500 hectáreas de bosques para dar paso a la infraestructura de la mina y por los caminos que permitan el acceso a la zona. También se teme que el proyecto afectará al vecino Parque Nacional El Copé y la Reserva Forestal Donoso. Esta provincia mostró la segunda más alta tasa de deforestación entre 1986 y 1992, lo que representa 22,35% de la pérdida total de bosques. Otro conflicto importante es el generado por la explotación de cobre por la empresa canadiense Panacobre SA con el pueblo Ngobe-Bugle en la provincia de Chiriquí, que son el grupo indígena más grande en el país. Aunque el Congreso General de los Ngobe-Bugle ha rechazado el proyecto, el gobierno ha otorgado a la empresa una concesión por 25 años, que se puede incluso ampliarse. Los pueblos indígenas Kuna - la segunda nación nativa de Panamá - también se enfrentan a la agresión de los proyectos mineros en sus territorios tradicionales.

El principal problema para detener esas actividades mineras destructivas y proteger los bosques que quedan es el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a sus territorios tradicionales, incluyendo el subsuelo - recursos y la cultura. El primer reconocimiento de un territorio indígena por el gobierno panameño fue el de la Comarca de San Blas y se remonta a 1938. En 1983 la Comarca Emberá-Wounaan en la provincia de Darién, fue reconocido, en 1996, la Comarca Kuna de Madungandí, en la provincia de Panamá, y en 1997 la de los Ngobe-Bugle, que fue el resultado de una larga lucha de esta nación indígena en contra de los intereses de los mineros, madereros y ganaderos que se oponían a la demarcación y el reconocimiento del territorio indígena.

Los pueblos indígenas son los mejor situados para ser los guardianes de los bosques y por lo tanto para asegurar su conservación. Por tanto, es necesaria para dar nuevos pasos a seguir para el reconocimiento de los derechos de esos pueblos a sus territorios. 

Articulo: Florina López Miró
Fuente: Pueblos Indígenas y Minería en Panamá
Asociación Napguana
http://www.wrm.org. uy/countries/Panama/article1.html

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