miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Por qué no juego al pobre inocente?


Porque es una fiesta cruel, carente de todo sentido cristiano y basada en el odio, la ansia de poder, la muerte y el engaño. Herodes tratando de cambiar el rumbo de la historia de la salvación, a precio de sangre de los más inocentes. No hubo broma en ese día fatídico, murieron muchos niños, quizás podamos hallar cierto paralelismo con la última plaga lanzada a Egipto y en el mismo escenario de la comparación pongamos a Moisés y a Jesús. Hubo mucho llanto de las madres que perdían a sus hijos varones entre las edades de un día y dos años. Soy cristiano, por lo tanto no celebro, como es costumbre en nuestra tierra hispanoamericana, el día de los santos Inocentes porque esa fue una fecha triste y cargada de mucho dolor.

Inocentes

Se prepara la matanza de los niños,
genocidio por la ambición de poder.

Herodes perpetuando el poder.

Tirano y traidor,
vendido al imperio,
Sátrapa sin conciencia ni corazón.

Se oyen llantos de madres,
arrebatan a los niños de sus brazos,
las lanzas y espadas silencian los gritos
y aumentan el dolor.

Oh Belén,
Te vestiste de muerte,
derramaste lágrimas por los inocentes,
la estrella se apagó,
los rostros adoloridos de las madres
marcaron tu historia para siempre.

Cuna de Gloria y horror,
En tus cielos combatieron ángeles
contra los demonios de la ambición.

La corona de espinas colocó temprano
en la cabeza del niño redentor,
sentimientos de profundo pesar.
Martirio de huida a media noche
marcaba el destino del Dios hombre
del Emanuel.

A lo lejos,
Camino a Egipto,
se oían llantos y lamentos,
Madres pidiendo a gritos misericordia,
Padres muriendo en la defensa de la familia.

María, abrazada al niño lloraba,
por los muchos que no pudieron escapar,
por quienes con su sangre,
pagaron la intolerancia de un rey,
cruel, traidor,
atormentado por la ambición.

Rumbo a Egipto marcha el Rey niño,
Emanuel,
Dios con nosotros,
Marcha a escondidas al exilio
como muchos en nuestros pueblos,
huyendo del hambre,
de la muerte,
hacia futuros inciertos.

-Ayy, hijo de mi alma-
Grita la madre enloquecida,
llora al que no tuvo oportunidad de crecer,
y ese grito se sigue oyendo
en muchos pueblos de esta tierra,
por el hijo que mata el hambre,
la guerra o la enfermedad.

Ayy, por el hijo nacido,
Ayy, por el que nacerá,
Ayy, por el que no ha sido concebido.

Siempre habrá un Herodes,
tirano y traidor,
vendido a cualquier imperio,
Sátrapa sin conciencia,
ni corazón.

Obed Juan Vizcaíno Nájera.

Maracaibo-Venezuela.

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