Las claves de las elecciones griegas
Estiman la derrota de los dos grandes partidos y el auge de
los grupos de izquierda. La extrema derecha podría entrar en el Parlamento, que
estará más fragmentado que en 2009
Los griegos acuden a las urnas el próximo domingo para
renovar los 300 escaños del Parlamento en unas elecciones generales anticipadas
por el impacto de la crisis. Según los sondeos de intención de voto, las urnas
consagrarán el fin del bipartidismo vigente desde 1974 (alternancia
socialistas-conservadores), el ascenso de la izquierda y la irrupción en la Cámara
de la extrema derecha (derecha nacionalista y, probablemente, ultras
filonazis). El futuro hemiciclo estará mucho más fragmentado que el elegido en
2009: el domingo pueden lograr representación entre 9 y 10 grupos, frente a los
cinco previos; la mayoría absoluta de anteriores convocatorias será un recuerdo
del pasado.
La mayoría de los votantes, según las proyecciones
demoscópicas, castigará a los dos principales partidos (el socialista Pasok y
la conservadora Nueva Democracia, ND) por su gestión de la crisis y, con su
apoyo a otras fuerzas, pondrá a Grecia en aprietos ante la troika (Comisión
Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo): solo Pasok y
ND defienden los rescates y las medidas de austeridad impuestas por Bruselas; el
resto de partidos se opone a la intervención del país y al memorándum suscrito
con la troika. El rechazo a Europa va desde la revocación completa del acuerdo
para los rescates (en eso coinciden los filonazis, los ultranacionalistas y los
comunistas del KKE, entre otros) a la renegociación del mismo, como propone
Izquierda Democrática, una de las estrellas revelación de la campaña.
Los comicios deberían haberse celebrado en otoño de 2013,
pero en octubre pasado el socialista Yorgos Papandreu, a la sazón primer
ministro, protagonizó una espantada al proponer un referéndum sobre el segundo
rescate a Grecia (de 130.000 millones de euros, que se sumarán a los 110.000
acordados en mayo de 2010). Eso precipitó su caída y una crisis institucional
resuelta provisionalmente mediante un Gobierno de coalición Pasok-ND (con el
concurso, de noviembre a febrero, del populista —y siempre oportunista— Laos),
dirigido por el tecnócrata Lukas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central
Europeo.
Pasok y ND han sufrido un desgaste severísimo desde los
comicios de 2009: si los socialistas lograron entonces casi el 44 por ciento de
los votos —y mayoría absoluta en la Cámara, con 160 diputados—, ahora luchan
por arañar el 15 por ciento de las papeletas, según la última encuesta de
Public Issue, del 12 de abril (la ley electoral prohíbe la divulgación de
sondeos en las dos semanas previas a la votación). Los conservadores, por su
parte, aspiran a un 20 por ciento de los sufragios, frente al 33,5 por ciento
de hace dos años y medio.
Ambos partidos han sufrido también una fuga de diputados por
su apoyo a las medidas de austeridad impuestas por la troika: desde 2009 el
Pasok ha perdido 31 diputados; ND, 19. En total, medio centenar de escaños que
ahora pueden resultar claves. La mayoría de los desertores del Pasok engrosa
las filas de Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas), con el 12
por ciento de la previsión de voto, y, en menor medida, de Acuerdo Social
(Koisy, ídem), de la exministra Luka Katseli. Por la derecha, los prófugos de
ND han hallado principal acomodo en Griegos Independientes, liderado por un
exdiputado conservador, Panos Kamenos: una versión nacionalista acérrima y
bastante más a la derecha que el partido matriz.
Mientras los medios de comunicación extranjeros se hacen eco
del auge de Aurora Dorada, un partido filonazi y xenófobo que defiende la
expulsión de los inmigrantes indocumentados —y ronda el 3 por ciento en las
encuestas—, el verdadero quid de los pactos podría estar justo al otro lado del
arco político, en la izquierda: en el papel de Syriza (Coalición de Izquierda
Radical) el día después de la votación. Los últimos sondeos de intención de
voto le conceden el 13 por ciento de apoyo, solo dos puntos por debajo del
Pasok. Junto con Dimar, podría reunir un nada despreciable 25 por ciento de los
escaños, si se confirman los pronósticos.
La formación de Gobierno, que en ocasiones anteriores —con
mayoría absoluta para cualquiera de los dos grandes— era prácticamente
inmediata, puede depender por tanto de complicadas y dilatadas negociaciones, e
incrementar el riesgo de ingobernabilidad del país. Bruselas desea una
coalición de gobierno socialistas-conservadores; todo lo demás será un factor
añadido de inestabilidad que el país no puede permitirse, hundido como está en
su quinto año consecutivo de recesión (la peor coyuntura económica desde la II
Guerra Mundial).
Fuente: RNV
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