La historia del petróleo, desde el primer pozo en Titusville
hasta nuestros días, constituye una de las páginas más negras de la economía y
la política mundiales. Para hablar de nuestro continente, ninguna otra
actividad económica impulsada por las corporaciones imperiales de los Estados
Unidos, dejó tras de sí una mayor muestra del saqueo y el robo directo de los
recursos económicos de América Latina. Son, literalmente, historias de sangre.
Sólo verdaderos estadistas como el general Lázaro Cárdenas de México o el
propio Carlos Andrés Pérez en Venezuela, serían capaces de comenzar a
devolverle a sus pueblos, la inmensa riqueza albergada en el subsuelo de
aquellos países.
Pero ningún gobernante en América Latina fue capaz de
expresar con mayor claridad el verdadero destino de esa inmensa riqueza que ha
movido al mundo por decenios, que el Presidente venezolano Hugo Chávez Frías.
Del mismo modo, ningún otro gobernante en nuestros días, fue objeto de una
campaña mediática más desmedida y falaz. Errores aparte, propios de aquellos
reformadores que se toman en serio la transformación social de sus países, Hugo
Chávez comenzó por poner en manos de su pueblo la descomunal riqueza de sus
entrañas. Esa desmedida riqueza, un pequeño grupo de grandes potentados, además
de las petroleras, la convertía en ríos de dólares que engrosaban sus cuentas
bancarias en los países desarrollados del mundo.
Aunque en nuestro pequeño país los grandes medios lo oculten
y algunos plumarios a sueldo intenten cubrir con calumnias y mentiras la
inmensa labor social, nacional y continental que impulsó el Presidente Chávez,
allí están los datos de las instituciones más acreditadas de América Latina,
como la CEPAL o el PNUD, para dar fe del sorprendente avance social y cultural
de Venezuela, incluida la pureza de sus procesos electorales. Pero volvamos a
PetroCaribe.
Como bien sabemos, Costa Rica es un importador neto de
hidrocarburos. Absolutamente todo el petróleo que consumimos, convertido en
gasolina, diesel, búnker, aceites lubricantes etc. proviene casi exclusivamente
de la explotación petrolera, sin hablar de los productos de la petroquímica,
que forman el mayor árbol industrial de la historia. Chávez se propuso
compartir, óigase bien, compartir con espíritu solidario y latinoamericanista, la
enorme riqueza petrolera de su país que alberga, al mismo tiempo, las mayores
reservas petroleras prospectadas del mundo.
¿Y esas relaciones de solidaridad y fraternidad, influyen en
el ánimo de los pueblos? Por supuesto que sí. Todas las relaciones que no están
sometidas al intercambio desigual o al saqueo puro y simple, crean de los
pueblos el sentimiento de que el mundo puede ser mejor al que nos proponen e
imponen esos dueños del mundo que impulsaron el neoliberalismo para
arrebatarnos hasta lo indispensable.
¿Qué les preocupa entonces a los pusilánimes, incapaces de
un gesto de dignidad y arrojo nacionalista? Les preocupa que para el año 2043,
fecha aproximada para el fin de la era del petróleo, el pueblo costarricense
haya visto de cerca ese nuevo espíritu de fraternidad y justicia que se levanta
en muchos países y que esos valores hayan influido para bien en la conciencia
nacional.
Artículo: Álvaro Montero Mejías
Fuente: El País.CR
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